EL PASO DE GABRIELA MISTRAL EN MÉXICO
LA PREMIO NOBEL RADICÓ EN XALAPA
por Miguel Peraza
COLABORACIÓN ESPECIAL
Este 2020 se conmemoran 70 años de la partida desde nuestro Puerto, luego de dos años de residencia en el Estado de Veracruz, de un personaje emblemático de la literatura latinoamericana: la poetisa chilena y Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral.
Gabriela Mistral estuvo por primera vez en México invitada por José Vasconcelos, el primer Secretario de Educación Pública, considerado como el Apostol de la Educación de nuestro país, en el periodo del presidente Álvaro Obregón.
Esa primera vez, Gabriela Mistral viajó en el vapor Orcoma v llegó a Veracruz el 23 de junio de 1922, en compañía de Laura Rodig, para radicar en la capital, como integrante de apoyo a los planes de Vasconcelos para establecer los estatutos y programas de impulso para la educación, a través de las misiones culturales, para erradicar el analfa- betismo en México.
Registrada como Lucila Godoy Alcayaga, Gabriela Mistral nació en Vicuña, Chile, el 7 de abril de 1889 y falleció en Nueva York, el 10 de enero de 1957. Poeta, diplomática y educadora, se consideró a sí misma como Maestra y mujer errante.
Permaneció en nuestro país casi dos años, antes de realizar una gira por Estados Unidos y Europa. Las circunstancias politicas de Chile la obligaron a ausentarse en numerosas ocasiones.
Después de su primera estancia en nuestro pais, en la década de los cuarenta se asentó en Petrópolis, Brasil, donde fungia como Cónsul de Chile a partir de 1941. En ese cargo, Gabriela Mistral recibió la noticia de que habla obtenido el Premio Nobel de Literatura de 1945. Fue la primera mujer Latinoamericana en obtener el galardón.
El regreso a Veracruz
Invitada por el presidente Miguel Alemán Valdés (1946 - 1952), Gabriela Mistral regresó a nuestro país de enero de 1949 a diciembre de 1950. Cuestiones de salud le impidieron radicarse en la ciudad de México, así que la poétisa decidió asentarse entre el Puerto de Veracruz y Xalapa, con esporádicas visitas a otras localidades del estado como la ciudad de Tlacotalpan o Fortín de las Flores.
En el libro, Historia de la Educación en Veracruz, coordinado en 2014 por los historiadores Luz Elena Galván Lafarga y Gerardo Antonio Galindo Peláez, se encuentra el capítulo Gabriela Mistral en Veracruz: El bálsamo breve para una maestra poetisa, tan premiada como dolida, autoría de Oresta López Pérez, en el que se ofrece un pormenorizado recuento sobre la estancia en Veracruz de esta célebre visitante, en el que la referida autora señala que: "En estos años posteriores al nobel, Gabriela tuvo un tiempo para descansar un poco en los bellos paisajes de Veracruz, fue maestra, amiga, madre huérfana y poeta de los parias, pero también se habla entendido con los politicos posrevolucionarios de México; esos contrastes eran parte de la vida cotidiana en Veracruz".
Los veracruzanos en general la recibieron con afecto. Durante su estancia se inauguraron escuelas con su nombre, o ella misma visitaba los establecimientos educativos y periódicos como El Dictamen, le ofrecieron sus páginas para que siguiera publicando. Asimismo, el empresario xalapeño Rafael Murillo Camacho puso a su disposición la Hacienda de El Lencero, donde Gabriela radicó hasta su partida.
El primero de diciembre de 1950, luego de no poder concretar -por problemas legales derivados de su condición de extranjera- su residencia definitiva en Veracruz, Gabriela Mistral se despidió para siempre de los veracruzanos que con tanta calidez la habían acogido años atrás.
La maga en Xalapa
A principios de los años noventa, a instancias de la escritora Margarita Michelena y por petición directa al entonces Gobernador de Veracruz, Dante Delgado Rannauro, el escultor Andrés Peraza realizó la escultura de Gabriela Mistral que fue coloca da en El Lencero en 1991. Se realizó, asimismo, la reedición de "Tala", con introducción de Margarita Michelena, dentro del Programa "Veracruz en la Cultura. Encuentros y Ritmos".
A 70 años de la despedida de Gabriela Mistral de tierras veracruzanas, la recordamos en la me moria de sus palabras:
"En esta casa de horizonte desatado y con la hierba alta y dulce en el contorno, con los corredores callados, por la gracia del ladrillo culto, con el agua próxima pero dormida, con el arcángel duro y celador de su higuera hindú, que le refresca el costado; en esta morada con cada aposento diverso pero igualmente aceptador de gente errante, rodeada del fuego morado y escarlata de las bugambilias, con la iglesia greco-romana que la gobierna sin palabra y con ella; mirando cada día unos ponientes abrasados y anchos desde la terracilla de la malva y la albahaca, y la albahaca y la malva: en esta copa vieja y no trizada que guarda el sosiego como se guarda el agua por una patrona santa y el brazo fuerte de un varón que es patriarca sin sabérselo, más el celo de cada uno de sus servidores; bajo estas tejas sin trizaduría y estas puertas cuyo cerrojo noctumo es leal de noche, pero que de día fueron aceptadoras de cada huésped que llegó ¡y fueron tantos.
Aquí llegué yo y vivi en páz y dulzura, siendo todo lo feliz que puedo ser en el trance presente del mundo y deseé a tal morada, en cada uno de sus castellanos y la de México conjuntamente, una larga vida para ellos y toda bienaventuranza para esta patria dos veces buscada por mí y dos veces hallada.
Y ahora me voy volviendo la cara a cada paso, para retenerla un poco más para bendecirla major.
Gabriela Mistral, chilena errante. 27 de diciembre de 1949
(Texto de la placa al pie de la escultura de Gabriela Mistral en El Lencero).